domingo, 28 de junio de 2015

No hay felicidad farmacéutica

Desde hace algunos días se me fue imperioso escribir algo coherente, o siquiera decir... no, mejor aun, siquiera pensar algo con raciocinio coherente... entre el creciente dolor de muela, la atención a clientes indeseables y la limitada paciencia, estaba preparado para el sanatorio a full suero por estrés.

Pero no, la realidad por ahí fue peor.

Desde hacía dos semanas mi suerte me patea y me golpea de lo lindo, comenzando con una discusión producto de malentendidos, emociones vagas lindas miserables poco tristes, gente que quiere tu cabeza en bandeja de plata, dicotomía de la justicia y otras cosas, la semana se vino muy cargada de toda clase de eventos desesperanzadores para cualquier mortal... he aquí el dilema más grande... según una persona muy importante para mí... "eso no supondría un problema para mí porque yo soy inmortal", y le creo, le creo mucho. Aunque a raíz de mil cosas, quizás como dato de color, hoy extraño mucho su entera compañía, la verdad que sí.

Equivocarse nos hace los más humanos del mundo... pero si tus acciones son viles y crueles en cierto modo, y es ese tu método para revelar verdades... entonces realizas las acciones más bajas y te deshumanizas en cierta forma... o sea que mientras más deshumanizado ¿más humano... sos? No lo entiendo aun... del todo. Sería a uno restarle uno y tendríamos cero(1-1=0), si bien podemos explicarlo a nivel matemático... no es la misma simpleza que podemos demostrar a nivel sentimental. Saben, resolver los conflictos del corazón suele ser el primer paso que damos a "estar mejor" aunque dichos desenlaces fuesen "como deba terminar" y siempre para cada ocasión, ese desenlace que esperábamos es modificado y hasta nos sorprende, pero eso de "Yo sé como va a terminar todo", eso, no existe, no, no, no señor.

Y es justamente por ello que uno sufre, es ese equívoco que lo lleva a uno a replantear todo su propio entramado y perfecto sistema de diligencias, y cuando ese hecho recae en cuenta dentro de tu mente, quedas igual que un cuarto vacío. Así me siento yo, como ese personaje recién creado en nivel 1... sin más armas que mis manos y mi alma.

Entonces es así como comienza todo... siempre para todo buen libro existió una buena introducción, y para toda muy buena introducción... existirá un excelente prólogo. Este es el mío.

Los héroes no existen, solo actos heroicos.




PD: El Ketorolac ya no me hace efecto... mierda, a bancarse el dolor de muela.